El 17 de octubre de 2024, Sinaloa vivió otro episodio de caos y descontrol, mientras los narcobloqueos tomaban las calles de Culiacán. Los habitantes viven con miedo, mientras el gobierno del estado, incapaz de proteger a su población, se hunde en la incompetencia. Esta vez, los hechos ocurrieron en plena autopista México 15, donde sicarios, sin oposición, incendiaron camiones y bloquearon el paso, provocando el terror en la zona sur de la ciudad. ¡El parque acuático Splash Club se convirtió en escenario de violencia cuando el narco volvió a tomar el control!
Las autoridades, en un acto que solo puede calificarse de negligente, tardaron horas en actuar, permitiendo que los delincuentes sembraran el pánico. ¿Qué hizo el gobierno de Sinaloa? Nada más que las mismas promesas vacías de siempre. Ni el Ejército Mexicano ni la Policía Estatal lograron frenar el baño de sangre que está azotando a la ciudad.
Este incidente, lejos de ser aislado, es parte de una escalada de violencia que muestra la absoluta falta de control del estado sobre su propio territorio. ¡Es inaceptable que los ciudadanos tengan que vivir con el constante temor de ser víctimas colaterales de la guerra entre los cárteles!
El gobernador Rubén Rocha Moya, lejos de tomar medidas eficaces, ha permanecido en silencio, mientras los narcos siguen operando a plena luz del día. ¡Sinaloa es un estado fallido! Los habitantes exigen respuestas, pero parece que sus gritos se pierden en un gobierno sordo, ciego e ineficaz.
En lugar de proteger a la población, las autoridades solo reaccionan después de que el daño está hecho. Los bloqueos en la maxipista Culiacán-Mazatlán y las detonaciones en varios puntos de la ciudad muestran la incompetencia del gobierno estatal y federal. Mientras tanto, los ciudadanos están atrapados en medio de esta guerra, sin un plan claro de seguridad. ¿Cuántos más tendrán que sufrir antes de que las autoridades tomen cartas en el asunto?